Parque Natural de Oyambre
Parque natural de Oyambre
El Parque Natural de Oyambre es uno de los espacios naturales protegidos de la Comunidad Autónoma de Cantabria, que aúna en su territorio la gran belleza de un paisaje litoral de rías, acantilados, playas, dunas y amplias praderías, con pequeños valles excepcionales y bosques que albergan una fauna y flora de gran importancia ecológica.
La combinación de tres sistemas ambientales -litoral, valles y monte- que mantienen su funcionalidad ambiental y conservan su calidad natural y paisajística, hacen del Parque Natural de Oyambre un territorio excepcional, de gran potencialidad turística y que nos presenta el reto de hacer compatible el disfrute de un medio natural como quedan pocos, y la conservación de todos aquellos aspectos que lo hacen único e irrepetible.
El reto de la conservación de Oyambre nace durante los años setenta, cuando la presión urbanística que había trasformado buena parte del sector oriental del litoral cántabro, parecía proyectar sus actuaciones en la zona occidental de la región, hasta entonces excelentemente bien conservada. Sin embargo, la presión popular desencadenada ante el proyecto de urbanización de las dunas y la playa de Oyambre, culminó con la promulgación de la Ley de Cantabria 4/1988, de 26 de octubre, por la que se declara Oyambre Parque Natural.
La Ley de creación del Parque Natural de Oyambre plantea como uno de sus principales objetivos la protección de una de las áreas más valiosas del litoral cantábrico, tanto por su geomorfología, procesos de formación de playas y estuarios, como por su riqueza botánica, faunística, paisajística y arqueológica que convierte a la zona en un excepcional museo y laboratorio viviente para el estudio y la investigación de los recursos naturales y de la historia de la región. en base a estos criterios científicos y a otros culturales, de conservación, turísticos, económicos y sociales, la Ley de creación del Parque Natural de Oyambre delimita el territorio y regula las distintas clasificaciones del suelo.
Así, se define una Zona de Protección Litoral, dibujada en torno a las rías y la fachada litoral de los municipios de San Vicente de la Barquera y Valdáliga, con elevados valores naturales y paisajísticos, y a los que se aplica un régimen especial de protección que prohíbe toda actividad que pueda alterarlo. Se define, así mismo, una Zona de Protección Forestal que comprende las zonas de bosques de Monte Corona, así como los bosquetes y rodales de arbolado autóctono que salpican las praderías del Parque, y en los que la protección otorgada asegura su conservación y disfrute.
Por último, la Ley de creación del Parque Natural de Oyambre, delimita la Zona de Protección Agrícola Ganadera en la que, además de servir de protección para las otras dos zonas, y en base a determinados requisitos urbanísticos y ambientales, se potenciarán los usos agrícolas y ganaderos, así como los ligados a la utilización turística y de segunda residencia.
El más reciente paso dado en el sentido de conservar el potencial paisajístico y natural del Parque Natural de Oyambre, ha sido la aprobación del Plan Especial de Protección de la Zona Periférica Agrícola Ganadera del Parque Natural de Oyambre (aprobado por Resolución de la Consejería de Obras Públicas, Vivienda y Urbanismo de 11 de mayo de 1998).
Este Plan Especial, regula los usos del suelo calificado como agrícola-paisajístico, delimitando el uso de viviendas a los entornos de los núcleos urbanos existentes y gestionando la ubicación de instalaciones agrícolas y ganaderas en base a la funcionalidad del territorio y su capacidad de absorber impactos.
El Parque Natural de Oyambre se encuentra ubicado en el sector occidental del litoral cántabro, abarcando el territorio que va desde Punta África a Punta Lumbreras por la costa, y limitado en su interior, de forma aproximada, por Peña Mayordoma, la Sierra de Sarría y la zona sur de Monte Corona. El Parque se sitúa sobre parte de cinco términos municipales, Val de San Vicente, San Vicente de la Barquera, Valdáliga, Comillas y Udías y tiene una superficie total de 5.758 hectáreas.
De los numerosos núcleos urbanos que comprende el Parque, San Vicente de la Barquera, es el de mayor población y tamaño; es la única capital de municipio incluida en el Parque y actúa como principal polo de atracción, tanto para la población residente como la transeúnte. Sin embargo, son numerosos los pequeños núcleos rurales que se encuentran distribuidos por la totalidad del Parque, aportando el profundo carácter agrícola y ganadero que posee la zona.
El sistema de aprovechamiento agrícola y ganadero imperante en la zona, ha permitido una distribución de la población y una gestión del territorio racional, acorde con las características naturales del mismo. Las agrupaciones de viviendas, en las que se concentran infraestructuras y servicios, y en torno a los cuales se encuentran las tierras de labor y aquellas destinadas a pastos para el ganado, ha favorecido el mantenimiento de la funcionalidad y continuidad de los ecosistemas de praderías, evitando la dispersión de edificaciones. Esta gestión territorial, desarrollada por los pobladores del Parque, ha permitido la conservación de un importante espacio natural, en un enclave de incalculable valor ecológico y paisajístico.
El litoral del Parque Natural de Oyambre se ve interrumpido por la presencia de dos sistemas de estuarios: el de San Vicente de la Barquera con sus dos brazos de agua, la Marisma de pombo y la Marisma de Rubín; y el de Oyambre, también con dos brazos de agua, la ría de Capitán y la de la Rabia.
Estas rías han ido formándose en los últimos 20.000 años mediante procesos geomorfológicos ligados al ascenso del nivel del mar y al proceso erosivo de los cuatro ríos. El resultado ha sido la aparición de amplias extensiones de agua que penetran hacia el interior del territorio y que reciben un suministro de agua dulce de los ríos que las originaron. A su vez, las rías están sometidas a los ritmos mareales, quedando la superficie inundable prácticamente seca en los periodos de bajamar. Esta dinámica fluvial y mareal general unas características muy especiales en los estuarios, dando lugar a unas formas de vida diversa y complejas.
En sus fondos viven gran cantidad y variedad de moluscos, cuyas larvas plantónicas junto a otros organismos bentónicos (berberechos, almejas, navajas, ostras, quisquillas, cámbaros, gusana roja, gusana blanca, cocos…), son la fuente de alimentos de peces como lenguados, lubinas, jarguetas, doradas, mubles, lochas y anguilas, sobre todo en sus fases jóvenes. Así mismo, estos lechos arenosos son el sustento de gran variedad de plantas que además de alimento para especies herbívoras y estabilidad para los fondos, aportan al agua nutrientes y oxígeno.
Durante la bajamar, los fondos los estuarios quedan al descubierto y sirven de alimento para numerosas aves: garzas, correlimos, zarapitos, archibebes, agujas, zampullín chico, ánade real, focha, … y en alguna ocasión, cisnes y barnaclas carinegras. Las zonas marismeñas, complemento habitual de los estuarios, permiten gracias al desarrollo de una densa vegetación palustre, el asentamiento y cría de diversas especies de aves.
Los estuarios del Cantábrico, y en concreto los del Parque Natural de Oyambre, desempeñan un papel importante en la supervivencia de gran número de aves acuáticas europeas, ya que son utilizados como áreas de refugio y alimentación, en sus migraciones hacia el sur de España y el continente africano.
La presencia de estas aves, incrementa el valor ecológico y natural de estas zonas, dado que en muchas ocasiones, la supervivencia de estas aves se encuentra íntimamente ligada a la conservación de los ecosistemas de estuario.
En el Parque Natural de Oyambre se pueden encontrar como residentes, dado que crían en su territorio, el zampullín chico, el ánade real o la focha, mientras que como invernantes es posible observar al somormujo lavanco, la garza real, el zampullín cuellinegro, el tarro blanco, el ánade rabudo o el porrón moñudo, e incluso en determinadas ocasiones, cisnes o barnaclas carinegras.
La franja litoral del Parque, además de las discontinuidades acuáticas generadas por las vías de entrada de los estuarios, presenta otros tipos de formaciones como son los acantilados, las playas y las dunas.
Los acantilados del Parque son relieves de roca caliza, de importante desnivel y caída casi vertical, sobre los que rompe el oleaje. Estos acantilados, además de su función biológica como área de nidificación de aves acuáticas, representan un elemento paisajístico de gran valor.
Su presencia a lo largo del litoral, aporta al Parque la fuerza visual de las grandes formaciones rocosas, y la belleza cromática y de movimiento que producen las rompientes. Es por tanto, el conjunto de los acantilados con las aguas que los dan sentido, un paisaje de especial belleza.
En el Parque, dos conjuntos de playas se ubican a ambos lados del cabo Oyambre, uno de sus principales acantilados. En la zona occidental, la amplia playa de San Vicente de la Barquera, con sus distintas denominaciones -Merón, La Braña, Bederna y Gerra-abarca el espacio entre la ría de San Vicente y Peña Entera; y la playa de Oyambre, al oriente del cabo y que abarca el espacio entre éste y la ría de la Rabía. Los dos sistemas forman amplios arcos de arenas finas, sobre un sustrato muy tendido, dando lugar a playas de un largo recorrido mareal, íntimamente ligadas en su manifestación a las mareas. Así, en las pleamares, de las playas apenas queda un pequeño testimonio, con lo que las dunas adquieren su máxima relevancia.
En el extremo occidental de la Playa de San Vicente y en el oriental de la de Oyambre hay unos interesantes sistemas dunares, generados como consecuencia de las arenas acarreadas por el viento y de los aportes de las mareas. En estas dunas, el sustrato arenoso, la alta salinidad y la escasez de agua dulce definen las difíciles condiciones en las que se desarrolla la vida animal y vegetal. Esto hace que tanto la fauna como la flora que se desarrolla en las dunas, presente una importante especialización que permita superar todos esos condicionantes tan exigentes. El barrón (Ammophila arenaria), el cardo de mar (Eryngium maritimum) o la lechetrezna de mar (Euphorbia paralias) son algunas de las especies vegetales específicas de las dunas, y que en distinto grado, contribuyen a la fijación de sus arenas.
Los acantilados, las playas y las dunas del Parque Natural de Oyambre son ecosistemas de gran riqueza biológica, que presentan una elevada biodiversidad, y que aportan al conjunto del Parque un gran valor medioambiental, de necesaria conservación.
Como continuación natural de acantilados; como el paso siguiente al tapizado vegetal incipiente de dunas y playas; o como límite de bosques y marismas, las praderías del Parque Natural de Oyambre actúan como sistema conector del resto de los ecosistemas que dicho Parque alberga.
La actividad ganadera, desarrollada desde antiguo sobre la práctica totalidad de los territorios planos de Cantabria, ha condicionado profundamente el paisaje de nuestra región, al haber fomentado la sustitución de las formaciones vegetales originarias por especies de pradería. Esta situación ambiental, por su arraigo desde el pasado, ya es parte del concepto territorial de la región y caracteriza de forma inequívoca el paisaje del Parque Natural de Oyambre.
El suave relieve del Parque ha permitido el desarrollo del sistema de praderías como pastos para el ganado vacuno, contribuyendo a la creación de un ecosistema que ha demostrado su riqueza faunística, su importancia como área de campeo y alimentación de numerosas aves, y su vital importancia como corredor ecológico entre distintos ecosistemas. Así, las praderías, con sus setos, bosquetes y cursos de agua, son el hogar de numerosas especies de mamíferos como zorros, erizos y ginetas, que ocupan este hábitat siempre y cuando no esté afectado por los fenómenos de fragmentación.
La funcionalidad de las praderías como conector entre diversos ecosistemas, su valor intrínseco como ecosistema especializado y rico tanto en especies animales como en vegetales y su elevada calidad paisajística por su variedad cromática, suavidad y continuidad en las formas, hace de las praderías unos sistemas muy peculiares, ricos, y vitales para la conservación de la totalidad del Parque Natural de Oyambre.
Finalmente y como testimonio de los bosques, tan importantes en la Comunidad Autónoma de Cantabria, Monte Corona representa en el Parque Natural de Oyambre el ecosistema de bosque mixto caducífolio. Robles, fresnos, y avellanos entremezclados con acebos, arces y castaños, conforman Monte Corona, un singular bosque sobre la elevación montañosa inmediata a las marismas de la Rabia, y por tanto muy próximo a la costa.
En Monte Corona, al abrigo de las especies arbóreas y arbustivas autóctonas se encuentra una diversa fauna de vertebrados, entre la que destacan, además de numerosas aves como rapaces – ratonero, cernícalo, cárabo, gavilán y pequeños pájaros – chotacabras, arrendajo, camachuelo, petirrojo, o jilguero – mamíferos como la ardilla, el zorro, el tejón o la gineta. Es sin embargo importante destacar, como esta abundante fauna desaparece casi totalmente de las zonas en las que el bosque originario fue sustituido por cultivos forestales como son el eucalipto o los pinos.
Monte Corona es un área de gran complejidad y riqueza, que al estar rodeado de un sistema de praderías salpicado de setos, bosquetes y cauces de agua, presenta unas buenas condiciones de conservación, al haberse mantenido su integridad física y su posibilidad de desarrollo mediante el mantenimiento de su conectividad biológica con otros sistemas. Esta situación hace de Monte Corona un enclave de elevada importancia ecológica.
Dentro de los criterios de planificación territoriales indicados por el Plan Especial del Parque Natural de Oyambre y el Planeamiento Urbanístico aprobado por el Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera, se quiere conservar los distintos ecosistemas que forman el Parque, fomentando la consolidación de los núcleos rurales existentes. Esta forma de gestión que fomenta la utilización racional y respetuosa del territorio pretende evitar la fragmentación del territorio del Parque Natural de Oyambre, para poder asegurar así su viabilidad.
El Plan Especial de la zona periférica agrícola ganadera pretende así mismo, garantizar la calidad de las aguas de los ríos y del mar. Para ello, se están ejecutando diversos planes de saneamiento de aguas residuales, con la construcción de una depuradora en San Vicente de la Barquera.
De igual forma, se está manteniendo la calidad de las playas y dunas mediante la limpieza continua de los diversos arenales del Parque. Los distintos servicios de la Administración Regional vigilan por la aplicación de las distintas normativas sectoriales que recaen sobre el Parque con el fin de garantizar los objetivos de creación del mismo, contemplados en la Ley de Declaración del Parque.
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